Las ambiciones de una
mujer en su segunda vida. 5
Desde el principio, Desmond II, que tuvo 18 hijos, no pudo ser un buen padre. La sensación de reencontrarse con su padre fue sólo momentánea y posteriormente dio paso al resentimiento que Iby sentía por Desmond II, quien tomó decisiones equivocadas siendo Emperador.
Iby levantó la mirada mientras recobraba la compostura.
― Ah, veo que están todos reunidos, siéntense.
Desmond II se frotó la frente en un claro signo de que le palpitaba la cabeza, fingiendo quitar dos mechones de flequillo. Fue tan natural que nadie más que Iby se dio cuenta. Desmond levantó la mano e hizo una señal.
― Mayordomo, trae el té.
― Padre.
El momento tan esperado había llegado. Iby habló rápidamente.
― Preparé un té especial para
Padre. ¿Me darías permiso para traerlo?
― Iby, ¿Preparaste un té?
― Sí. Tengo un antiguo
pasatiempo haciendo mezclas de té. Confío en el aroma y el sabor, así que
asegúrese de probarlo.
― Bueno, no tengo problema en
hacerlo.
― Gracias, Padre.
Ante el gesto de Iby, Cedella trajo el té y comenzó a servir. Desmond II fue el primero en probar el té. Luego de tomar un sorbo, pareció satisfecho.
― Hmm... es bastante bueno.
― Es una combinación de varios
tipos de té y esencia de limón. La esencia de limón es buena para aliviar
dolores de cabeza.
― ¿Oh? ¿Alivia dolores de
cabeza?
― Sí. No quise preguntarle,
pero vi que a menudo se presionaba la frente. Estaba preocupada de que le
doliera la cabeza debido a preocupaciones políticas. Por eso le preparé un té medicinal,
pero, ¿quizá es algo que no debí haber hecho?
― ¡Jaja! Mi decimotercera hija
estaba pensando mucho en el Emperador. Aun así, he estado teniendo dolores de
cabeza últimamente.
― Desde la semana pasada lo recogí, sequé y mezclé con todo mi corazón. Me alegro que sea de tu agrado.
Estaba mintiendo. Lo había
hecho a última hora con ingredientes toscos. Pero la única testigo, Cedella,
volvió a llenar la taza de té del Emperador.
― Ah, ¿Fue mucho trabajo? Me
gustaría tomar algunas hojas, para seguir probándolo y mantener el sabor en mi
boca por un tiempo.
― Si Padre quiere, ¿cuál es el
problema? Sería un gran placer ayudar al Imperio cuidando de él mismo mientras
cuido el cuerpo de mi Padre.
― ¡Jajaja! Entonces, te lo
pediré como un favor.
― Sí papá, digo, Padre.
Cometió un error a propósito al llamarlo informalmente. Esa técnica para aparentar ser una encantadora hija la aprendió de Roseline en su vida pasada. Desmond II se rio de modo que sus ojos se arrugaron profundamente.
― Vaya, eso es genial. Siento
que mi dolor de cabeza está disminuyendo. Es un gran té, Iby.
― Muchas
gracias, Padre.
La situación en la cual el Emperador felicitó repetidamente a la inocente Iby sacudió el ambiente del Salón Esmeralda.
Por no hablar de Brigitte, Rubens e Ikalis, quienes generalmente despreciaban a Iby, pero también Roseline, quien pretendía ser amigable con todos, pero ignoraba a Iby en secreto por ser inferior a ella, todos estaban avergonzados.
― Iby, ¿qué sucede contigo?
¿Por qué hiciste algo que comúnmente no harías?
― ¿Esta chica terca se está
ganando el favor de mi Padre?
― Iby está imitándome por alguna razón. Esa es mi parte.
Los funcionarios del Palacio también se sorprendieron.
― ¿Estás segura que eres la
Séptima Princesa? ¿Por qué imitaría a la Octava Princesa?
― ¿Qué
demonios le sucedió a la Séptima Princesa anoche...?
― ¡Es tan competente como si tuviera diez años de experiencia en el Palacio...!
Iby se tragó el té, fingiendo no darse cuenta de la atmósfera llena de conmoción y confusión.
Desmond II, el Emperador, dijo que le había gustado el té de Iby, así que tenían que seguirle el ritmo.
Rubens abrió la boca para alabar a Iby.
― Hmm. Es un gran té, Padre. Pensé que Iby solo se dedicaba a estudiar la alquimia en un rincón, pero veo que tiene un talento útil.
Por supuesto, era imposible hacer un cumplido completamente. Ibyenrose sonrió suavemente y respondió como si supiera lo que Rubens había querido decir.
― Hermano Rubens, hacer
mezclas de té es similar a la alquimia. Se necesita recolectar y cortar
cuidadosamente ingredientes de buena calidad y mezclarlos de la manera
correcta. Mi habilidad de alquimista también ha ayudado con mi pasatiempo.
― ¿Tiene que ver con la
alquimia?
―Por supuesto. Quiero decir, ¿Quizá puedo hacer un té tan grandioso porque heredé un gran talento de mi Padre?
De hecho, Iby pensaba que lo había heredado de su madre, no de Desmond. Su padre no odiaría que ella dijera que era semejante a él. Desmond II sonriendo felizmente, parecía tener un dolor de cabeza menor ahora.
― ¡Jajaja! Iby, tu talento como alquimista es sorprendente. ¡Tienes un gran talento para la alquimia muy superior a tu edad! Es como verme a mí en mi juventud.
No era superior, pero ahora eso no era relevante, Iby se volteó y miró a Brigitte. Sus manos que estaban firmemente agarrando la taza de té, se estremecieron. Rápidamente apartó la mirada.
― Me siento halagada. Soy solo
la decimotercera en la línea de sucesión al trono, como podría compararme con
el Imperio. Me avergüenza recibir elogios tan excesivos frente a mi tercera
hermana, que es una maestra en todas las áreas. A este ritmo, no creo que pueda
seguir mirando a Betty, así que, por favor déjeme en paz, Padre.
― Jaja, estás avergonzada y por eso le tienes miedo a Betty.
Desmond lo dijo bromeando, sin embargo, sabía la verdad. Iby se contuvo de decir “¡Es exactamente eso!”.
Fue una excelente forma de
darle a Brigitte la oportunidad de responder. Sería una hermana celosa y
mezquina si se quedara quieta sin hacer nada en lugar de elogiar a su hermana.
― Iby, yo también estoy feliz de tener una hermana inteligente.
Brigitte respondió con un elogio vacío. No estaba contenta con el hecho de que Iby se congraciara con Desmond, por lo que tenía que cortar la situación.
Brigitte habló con Desmond II en un tono muy amistoso.
― Estoy muy preocupada por tu
dolor de cabeza, Padre. Las hojas de té de Iby son buenas, pero tu salud no
puede depender de los remedios caseros. ¿Por qué no llamas rápidamente a un
médico para que te haga un chequeo?
― Betty, no creas que no he
llamado a uno. He estado convocando a un médico que ha venido varias veces
desde hace días, me recetaron medicamentos, pero no he mejorado.
― Entonces, ¿Por qué no
recurres a la terapia mágica? Justamente tengo una joya con efectos
terapéuticos. Fue la mina de cristales la que inspiró esta magia de alquimia
curativa. Si la pones bajo tu almohada por la noche, definitivamente tu dolor
de cabeza se irá...
― Ah,
la mina. ¡Sus cristales de maná...!
El problema de la reducción de cristales de maná obtenidas en la mina fue la causa de los fuertes dolores de cabeza de Desmond II. Estaba felizmente compartiendo el afecto de su familia cuando volvió a enfrentarse con una molesta situación.
Desmond no pudo estar de buen humor y Brigitte se dio cuenta demasiado tarde.
― Parece que me duele la
cabeza de nuevo después de escuchar sobre la mina. Ahora mismo no quiero
escuchar sobre ese sitio, Betty.
―...Sí, Padre.
La filial compasión de Brigitte había fallado. Gracias a esto, la discusión sobre el trato que debían tener los Caballeros donde Iby perdió el favor de su padre en su vida anterior no sucedió.
― Padre.
Ahora era el turno de Roseline. Al sentirse un poco intimidada por la severa voz con la que Desmond le había respondido a Brigitte, Roseline le habló cuidadosamente.
La expresión del Emperador se relajó ante la triste y encantadora mirada de la Rosa Blanca del Imperio.
― Rosie, ¿qué sucede? Si
tienes algo que decir, tan solo dilo.
― Padre. Con el debido
respeto, me temo que no soy tan talentosa como mis hermanas, así que creo que
no puedo hacer nada para curar tu dolor de cabeza...
― Está bien, Rosie. ¿Por qué
te preocupas por algo como eso?
― Pero quiero hacerle saber
que mi afecto por Padre es insuperable.
― Eso es cierto.
Desmond II pensó que Roseline era una buena chica. Hubiera sido perfecto si hubiera terminado ahí, pero no lo hizo.
― Así que te daré un
reconfortante regalo.
― ¿Huh?
A partir de ese momento, el tono de Roseline cambió. Hablo con confianza, mientras fingía estar molesta.
― Más tarde iré al jardín y recogeré un ramo de lavanda para mi Padre. Si obtienes un ramo hecho con todo mi amor, tu dolor de cabeza se irá volando. Me lo dijiste la última vez, no existe elixir mejor que el amor.
Iby quería tener un poco de la confianza de Roseline para ignorar la alquimia y la medicina al mismo tiempo.
En la mayoría de los casos, a Roseline le hubiera funcionado actuar lindo, pero no funcionaría si decía que el amor era una medicina especial frente a una persona que tenía un fuerte dolor de cabeza desde hace dos semanas.
Además, un elixir era un
objeto legendario en el campo de la alquimia de pociones. Desmond II
estaba de tan buen humor frente a sus otros hijos, pero cuando Roseline hizo
públicos sus comentarios privados frente a sus otros hermanos, el Emperador, la
autoridad suprema de la alquimia, perdió la cara de vergüenza.
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