La Princesa Controla al Traidor - CAPÍTULO 8

 

Las ambiciones de una mujer en su segunda vida 4.

  

― Ya veo. 

No era común solicitar un Caballero homúnculo como escolta para una ruta corta y segura.

“Estás tratando de ser amable incluso antes de la ceremonia de elección de Caballero Personal. Se ve que le gusta mucho, pero quizá Rosie fue la que inició los rumores entregando información.”

Cuando Iby pensaba en eso, Sylvestian dio un paso 

― Saludo a Su Majestad, la Séptima Princesa Imperial.

― Suficiente, levanta tu cabeza. 

Sylvestian, el Caballero frente a ella, ahora era la persona más codiciada por Roseline, pero a pesar de ser tan devoto, estaba destinado a ser abandonado miserablemente en unos años más como si fuera un zapato viejo. 

Iby se sentía mal al verlo. 

― Sir Millard he oído mucho de usted. Un Caballero que es bueno con la espada y la magia. Seguramente serás un buen Caballero que complementará a su maestro. Sinceramente espero que encuentres un amo adecuado. 

Derramó palabras de aliento con la esperanza de que su desafortunado destino no se desarrollara. Pero, de alguna manera, Sylvestian no respondió. Ella pensó que quizá sonó extraña ya que había puesto demasiada sinceridad en sus palabras. 

 Iby lo llamó con un poco de vergüenza. 

― Hmm, ¿Sir Millard?

― Perdone mi rudeza. Olvidé responder por un momento, debido a sus impresionantes palabras.

― ¿No es algo que escuchas comúnmente?

― Cuando los nobles me ven por primera vez, normalmente solo suelen mostrar interés en mi cabello plateado. (ja, escuchaste puerca)

― Ah... 

Mientras Iby se sorprendía por su respuesta, Roseline que estaba a su lado se estremeció. 

Era evidente que una de las personas de las que Sylvestian hablaba, era Roseline. 

― Ah, hmm, ya veo.

― Sí. 

Se supone que no debía mirar a la persona de la que se estaba hablando. Iby miró el rostro de Sylvestian durante el incómodo silencio, y solo después de un tiempo miró en dirección a su hermana. 

― Llegaremos tarde, Rosie. Vamos al Palacio Principal. 

―...Sí, hermana. 

No creía que solo fuese una sensación de ella, el hecho de que la voz de Roseline sonara apagada.

Con los escoltas detrás de ellas, siguieron caminando. 

Iby y Roseline caminaron por el sendero de mármol, tomando un poco de distancia de Sylvestian y la doncella. 

Era la hora en la que se regaba el césped, se les suministraba maná a los dispositivos golem para que distribuyeran agua en todo el jardín. 

Las esculturas llamadas “golem de riego” fueron un triunfo en cuanto a las técnicas mágicas de la alquimia, fueron desarrolladas para ayudar en el Palacio, el jardín era regado automáticamente a una hora fija ya que los golem funcionaban automáticamente con maná como fuente de energía. El hermoso arcoíris que se podía ver debido a eso, era un bonus.

Además de los golem de riego, se utilizaron innumerables dispositivos para la conveniencia del Imperio. 

En el reino, la magia y la alquimia estaban muy ligadas a la vida diaria. En particular, el Palacio Imperial era un lugar sagrado para la Alquimia. 

El sonido de los tacones hacía sonar el mármol una y otra vez. Aproximadamente a mitad de camino, Roseline se quejó. 

― Creo que el Palacio Imperial está demasiado lejos. ¿No podemos teletransportarnos? Mi hermana es una alquimista.

― La alquimia de ataque y la alquimia de teletransportación no autorizada, están prohibidas en el Palacio.

― Pero somos Princesas Imperiales.

― Así es. Somos Princesas Imperiales, pero no el Emperador, ¿verdad?

― Hmm, ¿por qué no colocamos las coordenadas y nos transportamos a un lugar donde haya poca gente para que no nos atrapen?

― No, porque los golem guardianes están observando desde todos los lugares del Palacio ―dijo Iby mientras apuntaba hacia arriba.

Había un lindo golem gris plateado que parecía un renacuajo y estaba flotando en el cielo.
Era un dispositivo de vigilancia diseñado para proteger el Palacio, era el “golem guardián” que los alquimistas también solían usar como mascotas. 

Era algo comprensible, aun así, Roseline siguió quejándose y lloriqueando para que usaran la magia de teletransportación. 

“Tú también podrías aprender alquimia.” 

La frase quedó atorada en su garganta. 

Por supuesto, si decía algo como eso, al otro día aparecería en la portada del Hadellum Times con un titular provocativo como: “La arrogante Princesa que ignora a la Rosa Blanca del Imperio”. 

Tuvo mucha paciencia. 

Al llegar finalmente al Palacio Imperial, Iby pudo escapar del alcance de Roseline. Se encontraban en el salón principal del Palacio Imperial. 

El vestíbulo, que se hizo lo más magnífico y colorido posible para salvaguardar la dignidad del Emperador, recibió a ambas mujeres. 

― Hemos llegado. Volveré pronto, Sylvestian.

― Sí, Su Alteza. 

Desde el vestíbulo, solo los funcionarios habituales y los Caballeros Personales podían ingresar acompañando a sus amos. 

Roseline no envió a Sylvestian de regreso y lo dejó esperando. 

Uno de los Caballeros homúnculo que estaba haciendo guardia se acercó y saludó primero.

― Su Alteza la Tercera Princesa Imperial, Su Alteza el Cuarto Príncipe Imperial y Su Alteza el Quinto Príncipe Imperial ya se encuentran dentro.

― Deberíamos darnos prisa. ¿Dónde está el lugar de reunión de hoy?

― Están en el Salón Esmeralda que se encuentra en el séptimo piso. 

Había interminables escaleras de caracol a ambos lados del vestíbulo principal, sin embargo, Iby no caminó hacia ellas. 

Se situó en la plataforma que estaba en medio del vestíbulo guiada por el guardia real. Pronto un circuito de maná funcionó y la plataforma comenzó a levantarse. 

La plataforma subió varios pisos trasladando a ambas mujeres a la vez hasta el séptimo piso, donde una espléndida puerta esmeralda se abrió de par en par. Iby respiró hondo, como si estuviera en el campo de batalla. 

“Este es el comienzo.” 

Haciendo honor al nombre “Salón Esmeralda”, una espléndida habitación decorada con distintas tonalidades de verde recibió a Iby y Roseline. Tal como habían escuchado, Brigitte, Rubens e Ikalis ya se encontraban ahí. Los tres estaban sentados en la mesa ya que era la hora del té matutino. 

La disposición de asientos era naturalmente determinada de acuerdo con el orden de sucesión al trono. 

Iby miró hacia los asientos principales, con excepción del asiento del Emperador. Allí sentada, había una mujer con un vestido de interior de color azul con blanco que llevaba trenzado su platinado cabello. 

La belleza de Brigitte era fresca pero elegante. Desde atrás, Cedella también pronunció un susurro de admiración. 

― Oh Dios mío, la Tercera Princesa realmente lleva el cabello trenzado... 

Brigitte era una fuerte candidata al trono y Desmond II ya le había confiado varios proyectos administrativos para que los manejara. 

A pesar de su ajetreada carrera política, Brigitte había sido minuciosa en la gestión de su puesto.

“Solía admirar su forma de ser en el pasado. Por lo que pensé que sería una buena Princesa Heredera... ¡Ay, hermana! ¿Por qué tenías que arruinar tanto el Imperio...?”   

Por supuesto, no hubo respuesta de vuelta. Iby recuperó el sentido e inclinó ligeramente las rodillas.

― Saludo a mis hermanos y hermana. Espero se encuentren bien. Hola. 

― Hermana Betty, Hermano Rubens y Hermano Ika, hola. 

Dado que Desmond II no había llegado aún, la primera en la línea de sucesión, Brigitte, tenía derecho a responder sus saludos. 

― Vamos, siéntense las dos.

― Gracias. 

Tan pronto como se sentaron, Rubens e Ikalis abrieron la boca con entusiasmo. Por supuesto, la persona que les interesaba solo era Roseline.

― ¡Ah, Rosie! ¡Cuánto tiempo sin verte!

― ¡Te extrañé Rosie! 

Aunque Roseline no tenía poder político directo en el Palacio, era una mujer muy amada por la gente. 

La popularidad creada por la exposición constante a los chismes y gestión de imagen era su propio tipo de poder. 

Ambos príncipes le hicieron cumplidos tratando de brindarle halagos juntos. 

― Es como si las rosas blancas del Imperio se hubieran coloreado hoy, vistiendo un vestido rosa claro es como si estuviera mirando una hermosa rosa.

― Así es, Rosie. Todas las plantas y las rosas del jardín imperial existen para resaltar tu belleza.

― Ah, no solo las plantas del jardín, mira a tu alrededor ahora mismo. ¡Todas las cosas verdosas de este Salón Esmeralda! ¡Todas estas son decoraciones para hacerte destacar!

Rubens e Ikalis alzaron la voz mientras alababan a Roseline, sus halagos estaban mezclados con un sutil sarcasmo contra Iby. 

No era el tapiz verde o las decoraciones de joyería del salón de lo que hablaban los dulces halagos de ambos príncipes dirigidos a Roseline. 

Ellos se referían metafóricamente al cabello de Ibyenrose que estaba sentada junto a ella.
La familia Imperial nació con un cabello rubio platinado o un dorado caramelizado, sin embargo, el cabello de Iby era de un tono rubio lima verdoso. 

Por esa razón, fue su cabello lo que se mencionó cuando no la consideraban completamente de sangre real o cuando la comparaban con Roseline u otras mujeres.

Incluso ahora, ambos príncipes estaban utilizando su cabello rubio verdoso para halagar a Roseline e insultar a Iby. 

“Ugh, solo están molestando.” 

Iby no reaccionó, más bien, ahora debía concentrarse en mantener a raya a los enemigos potentes como Brigitte y Roseline. 

Tiempo después, la puerta del salón esmeralda se abrió. 

― ¡Su Majestad el Emperador ha llegado! 

Todos se levantaron de sus asientos. 

Apareció un hombre de mediana edad, con su platinado cabello rubio, entró acompañado por numerosos sirvientes y escoltas. 

Desmond II, que estaba a mediados de sus años 50, tenía muy buena apariencia y a primera vista, parecía más un guerrero que un alquimista. 

“Padre...”

Tan pronto estalló la rebelión, él fue el primero en perder su poder.  Los pequeños ojos de Iby se humedecieron levemente al verlo de nuevo.

Ella gritó internamente. 

“¡Ay, Padre...! ¿Por qué elegiste a Betty como la siguiente Emperatriz...? ¡La Familia Imperial, que debía ser mejorada después de tu muerte, fue completamente destruida...!”

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