La flor de la prisión.
La familia Imperial Hadellamid estaba
condenada. Fue arruinada por un acto de alta traición. Iby, la Séptima Princesa
Imperial, pudo predecir fácilmente su destino. No era de extrañar que hoy fuese
su día de ejecución.
"Haa, sabía que esto pasaría algún día."
La rebelión fue el resultado de la
incompetencia de la Familia Imperial.
La alquimia prohibida fue utilizada por
todo su linaje real para establecer el poder absoluto de la Monarquía. Esto lo
hicieron mediante la creación de "Homúnculos".
Los homúnculos eran seres humanos creados para nacer con un talento excepcional
para la magia y el manejo de la espada.
Les lavaron el cerebro para que fueran
leales a la familia Imperial y les sirvieran en misiones de todo tipo, todo
esto con la excusa de perseverar la paz, el poder del Imperio y la prosperidad
de los más adinerados.
Sin embargo, era común perder la vida
luchando en el campo de batalla, o ser explotado como mano de obra en la mina
de cristales de maná.
Aquellos que fueron reconocidos por su
excelente talento y fueron nombrados Caballeros, tenían mejores condiciones,
pero también debían hacer trabajos físicos como esclavos para todos los
descendientes del Emperador.
El palacio los llamó "Caballeros de
la Guardia Imperial" pero solo era un título vacío. Era una realidad
absurda, por lo que era natural que los homúnculos le guardaran rencor a la
Familia Imperial.
Eventualmente, esto condujo a la
traición.
"En ese entonces le pedí a mi padre
que reformara el sistema de los homúnculos, pero él sólo escuchó a mi tercera
hermana."
Desmond II había dejado la situación en
estado crítico, pero Brigitte, la Tercera Princesa Imperial y sucesora al
trono, hizo que la situación empeorara a un punto sin retorno: la rebelión. Desde que Brigitte comenzó a ejercer poder como Princesa
Heredera, la explotación de los homúnculos se intensificó.
Aquellos que no pertenecían
a los Caballeros de la Guardia Imperial y trabajaban fuera del palacio, fueron
asesinados en peligrosas batallas disciplinarias, mientras que otros fueron
forzados a hacer trabajos pesados en las minas, por otro lado, los homúnculos
que se quedaron en el palacio tampoco tuvieron suerte, puesto que su orgullo
fue pisoteado al ser obligados a formar parte del harem hecho por Brigitte.
Iby, quien no podía quedarse
de brazos cruzados mirando, comenzó a investigar sobre los procedimientos para
la excomunión de la Princesa Real. Sin embargo, Brigitte ya la tenía en la
mira y la consideraba una molestia, por lo que había planeado deshacerse de Iby
mediante un casamiento político con un reino lejano.
El matrimonio político era
el obvio destino de la Ibyenrose, una mujer sin poder político. Sin
embargo, esto no ocurrió. Esto debido a
que “él” en tan solo una semana reunió a todos los Caballeros del palacio. Sin
excepción, todos se unieron a la causa y se revelaron.
"Sir Agnit..."
La expresión de Iby se
volvió amarga. El traidor, Michaelis Agnit, era el "Rey de los homúnculos".
Nació con la capacidad de
anular el lavado de cerebro de obediencia Imperial y reinar como un gobernante
absoluto sobre los suyos.
Le cortó el cuello a Desmond
II, quien pensaba le había lavado el cerebro y se descuidó sin sospechar nada y
así Michaelis Agnit se convirtió en el nuevo Emperador del Imperio.
El nuevo Emperador ordenó la purga de todo el linaje
de la familia Hadellamid. Incluso a aquellos que ya se habían casado, sin
excepciones. Aunque alguien tuviese tan solo una pizca de sangre real corriendo
por sus venas, era ejecutado.
Esto sólo dejó en evidencia,
cuánto odiaba el nuevo Emperador a la familia Imperial, que por muchos años
había pisoteado a su gente. Iby, que estaba próxima a ser ejecutada
debido al karma de la Familia Imperial, suspiró con remordimiento.
"Haa... De haber sabido
que esto pasaría, hubiera preferido ponerlo todo patas arriba hasta convertirme
en la Princesa Heredera."
Pensó que el trono era una
posición a la que no debía aspirar, pero ahora que la familia Imperial estaba
arruinada, parece que ellos se habían subestimado a sí mismos.
"Si me hubiera
convertido en la sucesora al trono, al menos no lo habría arruinado como mi
tercera hermana.”
Había pensado eso más de mil
veces durante el último mes, había analizado todas las posibilidades y esto le
dio a Iby una gran determinación política muy inteligente.
Si le dieran una segunda
vida, confiaba en que podría entrar a la batalla por la sucesión al trono y con
seguridad, ganar. Por supuesto, tan solo fue un pensamiento inútil ahora
que estaba próxima a morir.
Iby escapó de su autoengaño
y se enfrentó a la realidad.
"Pronto, Roseline será
el único miembro que quedará de la Familia Imperial”
El nuevo Emperador decidió
mantener viva a una Princesa y casarse con ella.
Esto era debido a que
hacerse cargo del imperio como dote nupcial era la forma más pacífica de tomar
el poder. Además, el símbolo del imperio "La Piedra Filosofal" sólo
reaccionaba a la sangre de la Familia Imperial.
Para obtener el poder de la
Piedra Filosofal, el nuevo Emperador necesitaba una mujer con la sangre de la
familia Hadellamid. Desafortunadamente, Iby no tuvo la oportunidad de ser
salvada dado que ella no tenía la imagen de una mujer obediente y estúpida que
el Emperador necesitaba.
El nuevo Emperador eligió a
Roseline, la Octava Princesa Imperial que estaba tan enamorada de él que podría
haberle regalado sus entrañas si él lo pedía.
"No quería que ella
tuviera que sobrevivir de esta manera en primer lugar. Si de algo me
arrepiento, es de no haberme convertido en la Princesa Heredera."
De repente, escuchó pasos en
el pasillo.
"¿Quién puede ser a
esta hora?"
Pronto, la silueta de una
persona que parecía fundirse con la oscuridad, apareció.
― Estás despierta, Séptima
Princesa.
― ¿Sir Agnit...? ―dudaba
de lo que veía, sin embargo, tenía razón.
Un hermoso hombre de cabello
negro, vistiendo un sobrio uniforme de Caballero, pero aun así con una
deslumbrante atmósfera emanando de su cuerpo.
Un hombre así era único en
todo el Imperio.
Michaelis Agnit.
El Caballero personal de su
media hermana, la Octava Princesa Imperial, Roseline.
Un traidor que ahora tenía la posición de
Soberano y que podía controlar el Imperio con sus propias manos, estaba frente
a ella.
― Te ves como si nunca me
hubieras visto antes.
Michael, que una vez tuvo
que servir a todos los miembros de la familia Imperial con gran cuidado, ya no
respetaba a Iby como Princesa Imperial.
Gracioso.
Michael abrió la puerta de
cristal y entró sin dudarlo.
― ¿Qué sucede, Lord Agnit?
― Vine aquí para asegurarme de
que estaba bien, Séptima Princesa.
No era digno de preocuparse
por la seguridad del otro. Probablemente sólo quería ver la condición del
criminal condenado antes de su ejecución.
Iby, que no tenía ninguna
intención de cumplir con sus expectativas, respondió con una sonrisa en sus
ojos:
― No tenías que hacer tiempo
para visitarme tan temprano. No ha pasado mucho desde que obtuviste el Imperio.
Un hombre que apenas ha estudiado el imperialismo, ha ascendido repentinamente
a la posición de gobernante.
― Ahh, todo ha estado
alborotado durante el último mes. Solo he tenido esta oportunidad para venir a
verte.
Los comentarios sarcásticos
fueron demasiado débiles, pero la respuesta de Michael fue clara.
Según lo que escuchó, podría
traducirse como un "lo siento por venir tarde".
Iby sintió que su estado de
ánimo había tocado fondo a pesar de la actitud de Michael, puesto que no valía
la pena burlarse de él.
― No puedo creer que estés
aquí para verme. De todas formas, no necesito el cuidado de Lord Agnit.
Ella expresó su rechazo,
pero Michael no retrocedió, al contrario, se acercó un paso más.
― Iby.
Ella se sobresaltó, fue la
primera vez que era llamada por su nombre o apodo. Era demasiado pronto para
asombrarse porque le hablasen informalmente. De repente, Michael se inclinó
sobre el respaldo del sofá de madera donde estaba Iby sentada, él encorvó la
mitad superior de su cuerpo.
Un hermoso rostro se acercó
de repente a la nariz de ella.
― Debes estar bastante molesta
por estar encerrada. Puedes culparme tanto como quieras por tu situación, pero
eso no significa que no tenga algo que decirte.
― Ahora que lo sé, espero que
podamos hablar con un poco más de distancia...
― Séptima Princesa Ibyenrose,
debiste haberme elegido a mí, ¿No crees?
― ¿Qué? ―Iby
se preguntó por qué había dicho eso de la nada.
― De haberme elegido como tu
Caballero Personal, esto no habría sucedido. ―gruñó
Michael a la avergonzada Iby.
Iby abrió mucho los ojos al
escuchar palabras que nunca había imaginado oír. La familia
Imperial elegía homúnculos de entre los Caballeros de la Corte Real como sus Caballeros
personales.
Cada Caballero Personal
debía servir con absoluta lealtad al Príncipe o Princesa que lo elegía.
El sistema de Caballeros Personales parecía muy
romántico a primera vista, pero la familia Imperial podía cambiar a su
Caballero personal en cualquier momento, por lo que a menudo eran tratados como
objetos consumibles.
Por lo cual, Iby rechazó el
sistema y nunca tuvo un Caballero Personal en toda su vida.
Gracias a eso fue criticada por su familia, por
ignorar la tradición de la Familia Imperial. Mientras que la Octava Princesa,
Roseline, estaba enamorada de Michael y lo eligió como su Caballero personal,
desechando a quien ya tenía en ese entonces.
Y ahora que Michael estaba
en el poder como Emperador, Roseline podía evitar la ejecución como recompensa
por ser usada, debido a que posee la sangre de la familia Imperial que el nuevo
Emperador necesitaba.
"De hecho, estabas
planeando usar a mi media hermana desde el principio." No es
que la Octava Princesa eligiera a Michael, fue él quien eligió a Roseline ya
que era la más fácil de usar, eso se acercaba más a la verdad.
― Michael.
Él la llamó por su apodo
primero, así que Iby también lo hizo.
― ¿Dices que todo lo que tenía
que hacer era elegirte?
Iby soltó una carcajada.
— Sí. Si hubiera
interpretado el papel de Rosie, al menos de esa forma habría salvado mi vida
como ella ahora. Michael, tendrías que haber elegido a Rosie de todos modos,
porque ella estaba cegada por el amor y tú sólo necesitabas a una estúpida
Princesa que hiciera todo lo que tú querías.
―...No
lo negaré.
Iby obtuvo una ligera
confesión, sonrió satisfactoriamente y dijo:
― Así es, deberías haber
perfeccionado tu encanto lo suficiente como para seducirme.
― Haa...
Fue una pequeña provocación,
pero extrañamente funcionó. Michael, que generalmente no mostraba sus
sentimientos, parecía estar de mal humor ahora.
― Tú, eres tan...
Iby estaba esperando cierto
grado de agresividad, pero las palabras que él agregó con una leve sonrisa no
fueron las esperadas.
― Eres una mujer difícil.
Solo entonces Michael se
apartó un poco de Iby.
Fue en ese instante cuando
se escucharon unos apresurados pasos a lo lejos. Pronto un soldado entró con
prisa y le informó a Michael:
― ¡Su Majestad! La dama, digo,
su Alteza lo está buscando.
― ¿Qué está pasando? Si no es
urgente, dile que espere.
― Esto... creo que hay algo
mal con el bebé en su vientre...
Su conversación fue
escuchada por Iby.
"¿Bebé?"
Michael mostró su vergüenza
acercándose más al subordinado.
―...
La sangre de la familia Imperial es valiosa, debería irme. Te veré después,
Iby.
Michael abandonó el lugar
con una expresión de fastidio.
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