Después de la muerte de la flor 2.
Michael llevó el cuerpo de Iby a la "Habitación del Emperador".
En el centro de la habitación podía
vislumbrarse una luz que centelleaba misteriosamente.
Había una enorme estructura con forma de obelisco hecha de preciosas piedras de
mineral rojo.
Era la Piedra Filosofal, un artefacto que solo respondía a la sangre de Hadellamid y que hacía todo posible con alquimia.
Para alguien que necesitaba un milagro desesperadamente, fue un instinto llevarla frente a la fuente más poderosa: La Piedra Filosofal.
Michael recostó gentilmente a Iby y puso
sus propias piernas para que las usara de almohada.
La luz brillaba como una vela. A primera vista Michael e Iby parecían una dulce
pareja que estaban tomando un descanso.
Una débil voz salió de la boca de Michael.
― Nunca me permitiste estar a tu lado en toda tu vida...
Michael permaneció sin moverse de la Habitación del Emperador sin comer ni beber. Uno de sus subalternos preocupado por esto, solicitó una audiencia con el Emperador.
Habían pasado tres días.
El cuerpo de Iby no había sufrido daños porque se detuvo el paso del tiempo en ella con ayuda de magia. Michael saludó al Canciller del Consejo Privado, mientras abrazaba a su Princesa como si aún estuviera viva.
Incluso antes de que el Canciller pudiera decir algo, Michael abrió la boca primero.
― Reúne
a todos los magos y alquimistas del Imperio. Que salven a Iby. No importa
cuánto tiempo o dinero necesiten, o qué materiales requieran.
― S-Su
Majestad, es imposible devolverles la vida a los muertos...
― ¿No
era la Piedra Filosofal la que hacía milagros? Ahh, cierto, se necesita sangre
de la familia Imperial. Trae a Roseline ahora mismo. Voy a cortar su cuello y
extraer cada gota de su sangre.
― ¡Su Majestad!
Los ojos color amatista de Michael brillaron con locura. El Canciller estaba asustado y trató de persuadirlo porque se veía determinado a hacer lo que decía.
― ¡Su
Majestad, cálmese! La Octava Princesa es la única que queda de la familia Real
Hadellamid. Prometió dejarla con vida
hasta que pudiera tomar control de la Piedra Filosofal.
― ¿Por
qué debería hacer eso?
― ¿Qué...?
― Iby está muerta. No sé cuál es el punto de ser el Emperador o poseer la Piedra Filosofal ahora.
Michael hablaba en serio.
― ¡…!
En ese momento, el Canciller del Consejo Privado se dio cuenta de que la obsesión de su maestro por Iby estaba más allá de su imaginación. Incluso pensó que la persona que lo impulsó a tomar el trono no fue otra más que la joven Ibyenrose.
― Ve y cumple lo que te ordené.
Poco después, Roseline fue llevada a la
Habitación del Emperador y encerrada en una celda.
Parecía mentira que fuese alguien de estatus noble, su ropa estaba sucia y su
cabello desparramado.
― ¡Ahh! ¡Todo es por su culpa! ¡Ella tomó lo que me pertenecía! ¡Arruinaste mi felicidad! ¡¡ES TAN INJUSTO!! ¡¡UGHH!!
La hábil asesina que envenenó la sangre de su hermana Iby no mostró una pizca de remordimiento. Roseline, que incluso fingía llorar y compadecerse de sí misma, vio a Michael.
Sus ojos que estaban llenos de lágrimas, rápidamente se convirtieron en unos brillantes, llenos de veneno.
― ¡Michael!
¡Michaelis Agnit! Tú... Tú... ¡¿Cómo puedes hacerme esto?! ¡¡CÓMO TE ATREVES A
SOSTENERLA FRENTE A MIS OJOS!!
―…
― ¡Quítala
de mi vista ahora mismo y arrodíllate frente a mí! ¿Tienes idea de lo mucho que
te vas a arrepentir? ¿Quién te convertirá en Emperador? ¡Tengo a tu hijo en mi
vientre ahora mismo!
De hecho, no había nada en el vientre de Roseline ahora. Cuando fue sacada de
la prisión ese día cayó al suelo cuando corrió salvajemente detrás de Michael,
y el homúnculo implantado en su cuerpo fue aniquilado.
Siendo ignorante de ese hecho, ese hecho, Roseline siguió desahogando su ira y resentimiento hasta que su voz se volvió ronca.
― ¡Yo
soy quien tiene a tu hijo en mis entrañas! ¡¡YO TENGO A TU HIJO, NO ELLA!!
―…
Michael no se molestó en responderle. Sus ojos color amatista habían perdido por completo su brillo.
Roseline fue dejada en un rincón con una
mordaza puesta. En la Habitación del Emperador se encontraba el Rey de los
homúnculos, un cadáver inmortal y una celosa mujer.
***
Al mismo tiempo, se anunció que el Imperio estaba reclutando magos y alquimistas talentosos. Un gran número de personas quiso aplicar para la misión de la "resurrección de la Princesa", por lo que llegaron como un enjambre de abejas.
La mayoría de ellos solo quería robar el monopolio Imperial de la alquimia y los conocimientos mágicos, o acceder a la Piedra Filosofal.
El único realmente interesado fue un sospechoso anciano que se tapó el rostro con una máscara de búho que cubría la mitad de su cara.
Se refirió a sí mismo como "El Sabio del Bosque de Abetos".
― Escuché
que tienes una forma de salvar a Iby.
― Su
Majestad, con el debido respeto, pero si la resucita de la muerte solo obtendrá
una muñeca que respira. El alma de la Séptima Princesa Imperial ya se separó
completamente de su cuerpo. Traer su alma de vuelta y atarla al cuerpo está más
allá de la alquimia y la magia. Por lo tanto, lo que su Majestad quiere, es
imposible.
― Es
la misma respuesta que los demás me han dado. ¿Tú también me harás perder el
tiempo?
― No,
Su Alteza. Me gustaría sugerirle otra opción.
― ¿Otra
opción?
― Es sobre retroceder el tiempo.
Cuando descubrió una nueva posibilidad, los opacos ojos amatistas de Michael recobraron su brillo.
― ¿Es
eso posible?
― Por
supuesto. Sin embargo, el precio a pagar es bastante alto. Tendríamos que usar
la mitad de la Piedra Filosofal.
― No me importa el precio.
Michael habló con firmeza.
El alquimista asintió.
― Entonces, comenzaré a prepararme ahora.
El sabio de Bosque de Abetos tardó una semana entera en dibujar el círculo mágico en la Habitación del Emperador. Tanto el piso, así como las paredes y el techo estaban llenas de polvillo.
Finalmente era el día de la regresión.
― Oh, su majestad. Olvidé decirle una cosa.
El alquimista que puso su mano sobre la
Piedra Filosofal, de repente abrió la boca recordándolo:
― La
magia y la técnica que vamos a practicar ahora, es un sacrificio de la Piedra
Filosofal. Y debido a que la Piedra Filosofal es un artefacto que solo
reacciona a la sangre Imperial, el eje central de la regresión en el tiempo no
será usted, su Majestad, sino la Séptima Princesa Imperial.
― ¡…!
Era difícil confiar en el hombre que llevaba la máscara puesta. El alquimista finalmente dio una declaración sobre el importante hecho de que Iby regresaría en el tiempo.
Era un charlatán.
Michael pareció bastante sorprendido al escuchar la verdad justo antes de la ceremonia. Sin embargo, rápidamente recobró la compostura y respondió con calma.
― Entonces
no podré recordarla, pero ella podrá recordarme.
― Sí,
así es.
― ¿Qué
pasa si ella no me elige de nuevo, y yo me frustro por eso y termino tomando
malas decisiones...?
― Bueno, no lo sé.
Pronto Michael tomó una decisión y dio la orden.
― No
me importa. Lleva a cabo la ceremonia.
― Como ordene, su Majestad.
Michael sostuvo a la Princesa en sus
brazos, mientras el alquimista recitaba el hechizo para la invocación. La tocó
y acarició con más cariño que nunca, ya que era la última vez que la abrazaría.
Michael se acercó a los labios de su amada Princesa como si fuera a besarla y susurró.
― Iby, si vuelves a la vida y no me eliges, será mejor que me mates.
Cuando terminó de decir esas palabras,
una luz roja se extendió por todo su campo de visión.
Fue una milagrosa luz proveniente de la
Piedra Filosofal.
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Yanci: Da penita, pero gracias a eso las cosas se hacen de mejor manera.
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